jueves, 24 de septiembre de 2015

ENTREVISTA A UN MAQUINISTA DEL FERROCARIL

https://youtu.be/LwKgDxUUtgI



Localización de Oriental en México


Recuerdo De La Época Dorada De Este Municipio





Álvaro Navarrete, ex trabajador del Ferrocarril, recuerda que “era lo más maravilloso que podía haber aquí en nuestro pueblo en Oriental porque había mucho movimiento, la gente, había cerca de 600 trabajadores que dependíamos del ferrocarril, eso le daba una vida económica a nuestro pueblo bastante grande; llegaba un pagador especialmente con un tren, su máquina, y era el que traía el dinero y aquí en Oriental íbamos, nos formábamos a cobrar, era como día de fiesta, día de tianguis, pues rolaba el dinero acá era muy bonito”.

Edificada  para conectar a Puebla y Xalapa, por estos caminos circularon granos, metales, valores, pasajeros y muchas otras cargas.

Álvaro Navarrete reitera que era “un punto estratégico entre la mitad de Veracruz y México, entonces aquí hacen un patio de distribución, todo flete que llegaba de Veracruz  lo repartían para Puebla para México, Teziutlán y Jalapa, entonces era un punto estratégico para ferrocarriles nacionales de México, entonces de aquí nace el Pueblo de Oriental”.

Tiburcio Bautista, ex Maquinista de Camino, con una gran emoción en su rostro recuerda aquellos años en los que llegó a manejar una maquina con 160 vagones.

“Debíamos de tener mucha pericia para poder manejar un tren porque había determinado tipo de locomotoras que les hablábamos hasta con cariño luego a veces en la pendiente gobernadora cuando  ya estábamos terminando media kilometro un kilómetro, la apapachábamos y le decíamos ándale mamacita, ándale chiquita, nada más otro ratito y ya te dejamos descansar”.

Al igual que don Tiburcio, don Álvaro proviene de una larga tradición familiar, su padre y su abuelo también trabajaron en el entonces ferrocarril interoceánico, de ahí su amor por el tren.

Álvaro Navarrete rememora que “siempre tuve el amor al ferrocarril por qué, porque de niños jugamos con trenes pero con trenes de verdad, porque los patios hacían movimiento y nosotros nos subíamos a los trenes,  nos iban  a dejar a terminado lugar y ya nos veníamos caminando”.

Don Antonio también creció entre las vías y las máquinas de vapor, sin embargo tras la muerte de su padre su pasatiempo se convirtió en el empleo que por 40 años le proveyó sustento.

Antonio Nutrillo Hernández dice que “en esa época teníamos prioridad los huérfanos de entrar a ferrocarriles y entre de 16 años, a trabajar para poder sobrevivir con la familia”.

Sin embargo tras la privatización de ferrocarriles de México, el esplendor se convirtió en sombras, ahora solo quedan los fantasmas de mejores años.

Álvaro Navarrete afirma que “siente tristeza, cuando va uno a la estación, nuestro talleres que era un movimiento tan grande de gente, se están cayendo  sus techos, está abandonado, da tristeza”.

Así renuentes a dejar morir los buenos recuerdos, don Álvaro y don Tiburcio han transformado sus colecciones privadas en dos pequeños museos  donde atesoran desde los primeros tornillos y vías ferroviarias que llegaron a territorio poblano desde Inglaterra hasta silbatos, telégrafos, señalética, gorras, boletos, bitácoras, equipos de radiocomunicación, lámparas, relojes y muchos otros tesoros.

“Ese silbato, durante años estuvo aquí en Oriental, silbaba la entrada y salida de los trabajadores, todo el pueblo sabíamos los silbatazos del talleres, eran las 12 del día,  siempre silbaba. Cuando era el 24 de diciembre, cuando eran las cero uno empezaba a silbar este  silbato y todos los silbatos que había de las locomotoras igual para año nuevo, inclusive se ponían petardos, se sacaban las máquinas y era una fiesta de silbidos de los trenes”.

Y aunque los objetos han logrados superar la barrera del tiempo, don Antonio Nutrillo señala que siempre habrá algo que añorar. “Híjole, todo, porque toda mi vida fue ferrocarriles, extraño todo, el trabajo, los compañeros, más que nada los compañeros porque era una convivencia diaria con ellos”.

Por su parte, Tiburcio Bautista dice que “todo lo que me dejó ferrocarriles, una gran familia, muchos amigos, una gran satisfacción de ser ferrocarrilero, y que hasta el momento todavía llevamos en nuestro pecho. Hay noches que todavía sueño, sigo extrañando todavía los trenes”.